ANSIEDAD ESCOLAR
Los padres son los termostatos emocionales de los niños”, dice la psicóloga Violeta Alvarado, del Grupo San Pablo. “Ellos son más independientes en la medida en que sus padres los hayan formado en este criterio”. Y es verdad, es tarea importante de los padres darles a sus hijos la confianza necesaria para que puedan afrontar nuevas experiencias, como entrar a un nuevo año escolar o ser parte de un nuevo grupo de alumnos; sin embargo también es bastante común que sientan miedo al enfrentarse a lo incierto.
Es sabido que el trastorno de ansiedad por separación generalmente empieza entre los siete y nueve años, y es una de las principales razones por la que los menores son llevados a terapia. “Pero es la ansiedad la que va a ser parte normal de su crecimiento y se va a presentar en varias etapas”, agrega la psicóloga Alvarado. Enfrentarse a esta va a ayudar a formar su actitud como persona.
¿Qué hacer para sobrellevar esta situación? En primer lugar: no ignorar ni minimizar el miedo. No recurrir a las conocidas frases: “ya eres mayor, los niños no lloran, como vas a tener miedo a…”. Los niños tienen sus propias elaboraciones mentales y sus propias fantasías sobre las consecuencias de los problemas. Lo que debe hacerse es apoyarlos. Es importante que los padres acompañen a los niños los primeros días de clase para ver su desenvolvimiento. Otro consejo es hacerles ganar confianza. El empoderamiento del pequeño es parte importante de su desarrollo como persona: hacerlo escoger sus útiles escolares o qué le gustaría llevar de comida. Involucrarlo en el proceso de preparación a un nuevo reto influirá en la forma cómo él lo afronte. Y cuando los padres tomen distancia, estará más preparado.
“Los niños al comienzo pueden hacer berrinches”, acota la psicóloga. Hay que tener en cuenta que los niños lloran muchas veces es normal esa reacción por uno, dos o tres días. ¿Cuánto tiempo hay que esperar para empezar a preocuparse? No puede pasar más de una semana, lo menos recomendable cuando se enfrenta una situación de miedo recurrente es tratarlo de forma dura. Muchas veces interpretamos los problemas del niño, pero como adultos. Si vemos que un niño llora, la idea no es esperar a que se ahogue en el llanto. Si esta actitud es recurrente, el menor tiene que pasar por un proceso de evaluación para ver qué le está pasando. Existen padres que dejan a sus hijos llorando hasta que se cansan y es allí donde se instala la ansiedad. “Y esta vuelve a aparecer a futuro: puede convertirse en un estado de ansiedad permanente. Lo ideal es que el niño esté en buenas condiciones para que inicie su actividad escolar, de lo contrario, ¿cómo va a aprender?”.